El aparato del PSCh no tenía comparación con el del PCCh. Aunque formalmente basado en las ideas marxista-leninistas, el PSCh nunca asimiló realmente los métodos organizativos del bolchevismo, sin los cuales el programa más marxista del mundo no sirve para nada. Incluso antes del 11 de septiembre, pese a su superioridad numérica y su mayoría aplastante de votos, el PSCh no tenía ni el nivel de militancia ni la infraestructura del PCCh. Por lo tanto, el PSCh estaba en pésimas condiciones para enfrentarse con los problemas del trabajo clandestino. No obstante, los mejores cuadros del socialismo chileno lograron reagruparse en el interior y empezaron la lenta y difícil tarea de reconstruir el partido entre la clase obrera y los campesinos. Actualmente el PSCh, si bien es numéricamente inferior al PCCh, es la segunda fuerza obrera en la clandestinidad, trabajando en las fábricas y los barrios obreros, ayudando a las familias de presos y desaparecidos, etc. A pesar de la falta total de ayuda del exterior (canalizada exclusivamente hacia el sector pro-Moscú), los compañeros del PSCh logran publicar cuatro revistas en el interior del país: Arauco, la revista teórica del partido (mensual), Nosotros, los trabajadores, la revista sindical (bimensual), Brigada, la revista estudiantil (sin periodicidad) y Solidaridad (mensual). En el terreno sindical, tiene implantación entre los mecánicos, el calzado, los panaderos, los obreros del cobre y las confederaciones agrícolas. También tiene una organización juvenil de mujeres.
El problema de los socialistas del interior es que el aparato del partido en el exterior está totalmente dominado por el sector pro estalinista, que se hizo con la dirección en 1971, en alianza con el ala socialdemócrata del PSCh, por lo que toda la ayuda económica que envía desde el exilio llega a manos de sus partidarios, que en el interior son minoría.
Las discrepancias en el seno del campo socialista han provocado una creciente separación entre las diferentes tendencias, con la escisión de las llamadas "Coordinadoras de grupos regionales", que tras formar un nuevo partido se inclinaron hacia el guerrillerismo. En 1975-76, este grupo logró aglutinar a un considerable número de militantes socialistas del interior, descontentos con la política oportunista y pro estalinista de la antigua dirección en el exilio. Pero, inevitablemente, con una orientación totalmente errónea y una línea política confusa, sufrió una serie de crisis, luchas internas y escisiones que han conducido a su desintegración. Sus militantes más serios comprenden la necesidad de volver al PSCh para luchar dentro contra la corriente oportunista, a favor de una auténtica política marxista-leninista, y no la caricatura guerrillerista de Mao o Castro.
Hoy día las fuerzas socialistas en el interior, aunque importantes en número dadas las difíciles y peligrosas condiciones de la clandestinidad, son una minoría en comparación con las fuerzas del PCCh, que cuentan con unos medios mucho más serios y, por tanto, pueden llevar a cabo un trabajo más eficaz, por lo menos en cuestiones técnicas. Incluso el sector pro estalinista del PSCh, aunque con una implantación mucho menor en el movimiento obrero que la otra tendencia, cuenta con más medios. Pero todo esto puede cambiar drásticamente en los próximos años, a condición de que los compañeros del PSCh no claudiquen ante las presiones estalinistas y socialdemócratas y mantengan una clara línea revolucionaria de independencia de clase.
Para un partido marxista-leninista, la organización es una cuestión vital, pero no la decisiva. Con el aparato más impresionante del mundo, un partido con una política errónea está condenado al fracaso. Esta lección la hemos visto más de una vez en la historia. En cambio, con una política, una estrategia, una táctica y unas perspectivas correctas y unos métodos de trabajo bolcheviques, siempre se encontrarán los medios necesarios.
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