Por otra parte, el auge de la economía chilena conllevó el desarrollo de la industria y de la clase obrera, motivando que masas de campesinos pobres emigraran a las ciudades. En 1907, el 43,2% de la población vivía en centros urbanos; en 1920, había subido al 46,4%. El 14% de la población total del país vivía en la capital, Santiago. Este proceso acelerado de proletarización condujo a los primeros intentos de organizar a la clase obrera, empezando en el terreno sindical.
Ya a principios de siglo, Luis Emilio Recabarren encabeza el proceso de organización en las minas de nitratos. Más tarde, en 1910, se forma
Pero fueron los acontecimientos que siguieron a
Pero el acontecimiento clave en el proceso de toma de conciencia de los trabajadores chilenos fue
En los años siguientes, la sociedad chilena vivió una crisis permanente a todos los niveles, lo que daba enormes posibilidades para el triunfo de la revolución socialista. Las ilusiones de las masas en los políticos "progresistas" de la burguesía se vieron frustradas tras las elecciones de 1918. El gobierno de
Los trabajadores aprendieron, mediante una experiencia amarga, a desconfiar totalmente de los políticos "liberales" de la burguesía. El poder económico permanecía en manos de los monopolios y los terratenientes. La crisis económica iba de mal en peor. Con el creciente control imperialista de la economía, quedó patente para todos que la burguesía chilena no era más que la sucursal local de los capitalistas extranjeros.
La inestabilidad política se vio reflejada en una serie de golpes de estado y en el cambio de Constitución en 1925.
La recesión mundial de 1929 golpeó duramente a Chile, obligándole a abandonar el patrón oro y repudiar la deuda exterior. Ese año, la producción minera sólo alcanzó el 52% del promedio del período 1927-29. El desempleo aumentó masivamente. De los 91.000 mineros que había en 1929, sólo quedaban
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