Entre el paro de octubre y el 4 de marzo, hay cuatro meses de preparación contrarrevolucionaria: propaganda contra el "desabastecimiento" y el "mercado negro" provocado artificialmente por la burguesía. Al mismo tiempo, se intensifican las conspiraciones golpistas en los cuarteles. En esta situación, los dirigentes de
Indudablemente, las bases obreras, tanto del PSCh como del PCCh, querían pasar a la ofensiva. Los trabajadores estaban pendientes de una palabra de sus dirigentes para salir a la calle y aplastar a la reacción, Pedían armas, pero sólo consiguieron buenas palabras, promesas y llamamientos a la disciplina, la responsabilidad, la serenidad. Sin embargo, como dice Sepúlveda, ya en marzo de 1973 el proletariado "no quería más desfiles, aspiraba al poder". (Socialismo chileno, p. 41).
Según el documento del PSCh anteriormente citado:
"El gobierno de
La base obrera del PSCh, siguiendo su instinto de clase, se opuso tajantemente a la entrada de militares en el gobierno. De esta manera, los obreros socialistas demostraron que comprendían mucho mejor que su dirección lo que estaba pasando en el país. La capitulación de los dirigentes de
"Si hasta ahora el ejército chileno se ha detenido, la explicación no hay que buscarla en ninguna tradición nacional peculiar, sino en el poder formidable ahora adquirido por el movimiento obrero".
La prueba de este enorme poder fue el fracaso rotundo del "tancazo" del día 29 de junio. En cuestión de horas, miles de trabajadores hicieron huelgas, ocuparon las fábricas y, dejando piquetes para guardar las fábricas ocupadas, marcharon hasta el Palacio de
Y ¿cuál fue la reacción de la dirección? Allende hizo un llamamiento a los trabajadores para que volviesen a trabajar. La policía dispersó a las masas que circulaban sin rumbo fijo por las calles de la capital.
Este comportamiento del gobierno dio ánimo a las fuerzas reaccionarias, que se lanzaron nuevamente a la lucha con otra huelga de los camioneros. Los trabajadores respondieron con una huelga general de 24 horas el día 9 de agosto. Como se decía en un artículo en Militant (17/8/73): "No falta el ánimo o la voluntad para luchar. Lo que falta es la dirección". Casi tres años después, el dirigente socialista Adonis Sepúlveda, mirando hacia atrás, llega a la misma conclusión: "La dirección del movimiento no entregaría orientación alguna. Tampoco
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