La desgracia de la dictadura chilena fue que el golpe de Estado tuvo lugar en vísperas de la recesión mundial más grave desde el final de la II Guerra Mundial. La economía chilena, que siempre ha dependido totalmente de sus exportaciones, sufrió unos efectos muy graves a consecuencia de la caída de la demanda de cobre en los mercados exteriores, que provocó un descenso estrepitoso de su precio.
En los dos años anteriores a la recesión de 1974-75, las exportaciones de cobre representaban casi el 75% del total de las exportaciones del país. El valor de las exportaciones de cobre en 1975 era un 45% más bajo que en 1974 y un 34% más bajo que el promedio de 1973-74. En 1975, el déficit exterior se cifraba en alrededor de 400 millones de dólares (436.000.000 pesos chilenos; un peso chileno = 1,15 dólares en 1976). Sólo la generosidad del imperialismo mundial salvó a la Junta de la bancarrota. En junio de 1976, el FMI aprobó una ayuda de 79 millones de pesos para compensar el déficit comercial de 1975. En diciembre del mismo año, el Banco Mundial, a instancias de EEUU y la República Federal Alemana, aprobó dos préstamos por un total de 60 millones de dólares, el cuarto y quinto préstamos desde el golpe de Estado. En mayo de 1976, un grupo de 16 bancos estadounidenses y canadienses concedieron un préstamo de 125 millones de dólares en tres años y medio. En julio de ese mismo año, el InterAmerican Development Bank aprobó otro préstamo de 20 millones de dólares, con un plazo de 20 años. En sus primeros cuatro años, la Junta recibió aproximadamente un billón de dólares en préstamos de bancos privados estadounidenses. Todo esto contrasta con el boicot sistemático al gobierno Allende por el imperialismo mundial.
La actitud del imperialismo no es difícil de comprender. Nada más llegar al poder, la Junta empezó a destruir sistemáticamente las conquistas de la clase obrera, devolviendo las fábricas nacionalizadas a sus antiguos propietarios y las tierras a los latifundistas. La política económica de la Junta es la de la famosa "Escuela Económica de Chicago", de Milton Friedman, que, entre otras cosas, defiende las "puertas abiertas" a las inversiones extranjeras. Nuevamente, Chile se ve sometido a la humillación de una doble explotación: la de los capitalistas y latifundistas chilenos y la de los grandes monopolios norteamericanos.
Tras el golpe de Estado, Friedman visitó Chile y recomendó fríamente la reducción en un 20% de los gastos estatales y el despido de funcionarios públicos. Se devaluó el peso. El coste de la vida aumentó el 340’7% en 1975.
La política de "puertas abiertas" y los intentos de atraer al capital extranjero condujeron al enfrentamiento con los demás países del Pacto Andino, que era un intento de protegerse de la explotación imperialista. Chile lo abandonó en octubre de 1976.
El "programa de austeridad" de abril de 1975 condujo a una situación verdaderamente catastrófica. Según las cifras oficiales publicadas en 1976, en 1975 el Producto Interior Bruto cayó un 16,2% y la producción industrial un 25%. La inflación se cifraba en el 340’7% (380% en 1974). A finales del 76, la inflación había bajado hasta el 174’3%, pero esta mejora relativa se debía, más que nada, a la falta de demanda y a la situación totalmente deprimida de la economía.
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