martes, 9 de septiembre de 2008

La contraofensiva burguesa

"La Unidad Popular triunfa con un 36% el 4 de septiembre. El 5 de noviembre, después del asesinato del Comandante en Jefe del Ejército, general René Schneider, el Presidente Allende asume [el poder] ante una burguesía dividida y aterrada. Las propias Fuerzas Armadas esperan una limpieza a fondo. No se mueve a nadie. Se inicia la aplicación de las líneas generales del Programa y de las 40 medidas. A cinco meses de ejercicio de gobierno se realizan las elecciones de regidores: la UP obtiene el 51% de los votos" (Socialismo chileno, p. 38).


De esta manera, los dirigentes de la UP perdieron la mejor oportunidad de conseguir una transformación relativamente pacífica de la sociedad: la convocatoria de unas nuevas elecciones, la consecución de una mayoría absoluta que hubiera quitado a los partidos burgueses su último pretexto legal para bloquear la legislación socialista y un llamamiento desde el gobierno a toda la clase obrera y al campesinado para llevar a cabo la total eliminación del poder de los capitalistas y terratenientes en Chile, armando a los obreros y campesinos en defensa de sus conquistas democráticas, económicas y sociales y organizando de forma generalizada por todo el país consejos de obreros, campesinos, soldados, amas de casa y pequeños comerciantes para organizar la producción y vigilar el mantenimiento del orden revolucionario. Estos consejos, democráticamente elegidos y revocables en todo momento, se constituirían finalmente en los auténticos órganos del poder de los obreros y campesinos chilenos. Enfrentadas a un movimiento revolucionario de estas características, la clase dominante, la casta militar y la burocracia estatal hubieran quedado suspendidas en el aire, sin ningún tipo de base social. Pero los dirigentes de los principales partidos obreros, al olvidar los principios más elementales del marxismo y desaprovechar la oportunidad, dejaron que la iniciativa pasase a manos de la reacción.


Utilizando su control de la prensa, la oligarquía chilena, con el apoyo activo de la CIA, empieza su contraofensiva en las páginas de El Mercurio. La Democracia Cristiana intensifica su campaña contra el gobierno en alianza con el Partido Nacional, exigiendo el "desarme de todos los grupos armados". Esta gente, lógicamente, estaba pensando sólo en los grupos de izquierda, ya que "Patria y Libertad"y otros grupos fascistas llevaban a cabo sus provocaciones terroristas en las calles con impunidad. Así, se establece una conveniente división del trabajo entre la oposición "respetable" de la DC, que sistemáticamente bloquea las nuevas leyes, y los fascistas, que siembran el terror y la confusión en las calles.

Los capitalistas y terratenientes chilenos boicotearon la economía nacional. El imperialismo estadounidense cortó toda ayuda económica al gobierno Allende e intentó organizar un boicot mundial al cobre chileno. Las nacionalizaciones, llevadas a cabo de forma parcial y sin una planificación económica global, dieron lugar a convulsiones, provocando un enorme aumento de la inflación, que eliminó las ventajas de los incrementos salariales y afectó seriamente a la clase media. Muy rápidamente, la simpatía de las capas medias hacia el nuevo gobierno se convirtió en una creciente oposición.


La ofensiva de la contrarrevolución empieza con el paro de los camiones, en octubre de 1972. Las masas de la clase trabajadora, comprendiendo el peligro, responden con unas movilizaciones impresionantes, que logran frustrar el intento contrarrevolucionario, pero ¿cómo actuaron los dirigentes? Con una remodelación del gobierno para por primera vez incluir a representantes de la casta militar en el gabinete.


Nuevamente, el triunfo logrado por la movilización y la iniciativa de la clase trabajadora se convierte en una derrota a causa de la bancarrota y la miopía reformista de sus dirigentes. "Se llama a las Fuerzas Armadas como árbitros en un conflicto que tenía un vencedor", comenta A. Sepúlveda con amargura. El Comité Central del Partido Socialista, expresando la indignación de la base obrera contra la capitulación del gobierno, protesta contra "esa salida que escamotea una victoria en una fase decisiva del proceso" (Socialismo chileno, p. 40).

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