De forma mucho más clara que en otros países de América Latina, en Chile, los intereses de los grandes terratenientes, los banqueros y los capitalistas se funden totalmente en una oligarquía poderosa que controla toda la vida económica del país, junto con el imperialismo. Resulta casi imposible establecer una línea clara de demarcación entre los grandes terratenientes y la burguesía chilenos, que rápidamente se percataron de su comunión de intereses y se unieron en un bloque más o menos homogéneo, opuesto a cambios radicales en la estructura de la sociedad. Esto explica la ausencia en Chile de una revolución democrático-burguesa y la frustración de todos los intentos de llevar a cabo una auténtica reforma agraria, como una de las tareas históricas más importantes de dicha revolución. La consecución en el pasado de una serie de derechos democráticos fue resultado de la existencia de una clase obrera fuerte y unos sindicatos poderosos. Las presiones de la clase obrera obligaron a la oligarquía a hacer una serie de concesiones, cosa que les fue posible gracias a la situación relativamente privilegiada de la economía chilena en el período transcurrido entre las dos guerras mundiales.
Tras la conquista de la independencia, en 1818, los mejores y más radicalizados elementos del Ejército, fuertemente influidos por el ejemplo de la Revolución francesa, intentaron llevar a cabo una serie de reformas que atentaban contra los intereses de la Iglesia y los grandes terratenientes. Pero sus intentos chocaron con la resistencia de los "pelucones", la fracción feudalista, que impusieron
El desarrollo de elementos capitalistas provocó un enfrentamiento entre liberales y conservadores en la segunda mitad de siglo XIX. Pero a finales de ese siglo se fusionaron, repartiéndose el botín gracias al control del gobierno y el Estado. Un factor importante en esta fusión fueron las guerras constantes con Perú y Bolivia por la posesión de los recursos minerales de la zona norte. La guerra del Pacífico en 1883 resolvió la cuestión a favor de Chile. Con la conquista del desierto de Atacama, importantes yacimientos de nitratos pasaron a manos de la oligarquía chilena. Chile tomó posesión de las antiguas provincias peruanas de Tacna y Arica, con el compromiso de celebrar un referéndum (que, por supuesto, nunca tuvo lugar). Los capitalistas chilenos no veían ninguna razón para enfrentarse con la clase feudal y la casta militar (a la que las victorias bélicas habían abierto unas perspectivas de enriquecimiento sin precedente) y se contentaron con compartir el poder con ellas, que a su vez no vacilaron en participar en los negocios de la burguesía.
De esta forma, desde el mismo instante de su nacimiento, la burguesía nacional chilena mostró todos los síntomas de una degeneración servil. En vez de luchar consecuentemente contra el poder de los grandes terratenientes, se conformaron con una alianza servil, entregando a los terratenientes la mejor parte del poder estatal y compartiendo con ellos la riqueza extraída de la sobreexplotación de los obreros y campesinos, así como el botín de las guerras fronterizas. Los burgueses poseían tierras y los terratenientes tenían acciones en la industria, la minería y el comercio: ambas clases estaban estrechamente vinculadas mediante la banca y los intereses financieros.
Por todas estas razones, la burguesía chilena fue incapaz de llevar a cabo las tareas fundamentales de la revolución democrático-burguesa, como habían hecho las burguesías inglesa y francesa en los siglos XVII y XVIII respectivamente.
La alianza entre burguesía y latifundistas se vio fortalecida tras la victoria militar de 1883 y la derrota final de los mapuches en la misma década. Esta alianza les había dado resultados muy satisfactorios: expansión de las fronteras nacionales y el enorme aumento de la riqueza nacional, derivada de los nitratos. El "compromiso histórico" entre las distintas fracciones de la clase dominante encontró su expresión en el terreno de la política con un largo período de parlamentarismo. El boom económico mundial de 1891-1913 dio a la clase dominante chilena un cierto margen de maniobra. La neutralidad de Chile en
Las cifras siguientes demuestran el secreto de la "democracia" chilena de aquel entonces:
Producción de nitratos (en toneladas)
1892: ........ 300.000
1896: ........ 1.000.000
Promedio anual 1901-10: 1.720.000
Promedio anual 1911-20: 2.500.000
El aumento del comercio mundial y la demanda de nitratos chilenos hicieron subir el precio de este producto, que aumentó un 75% entre 1910 y 1918. Algo parecido ocurrió con el cobre, que poco a poco fue desplazando a los nitratos como principal exportación del país. La producción anual de cobre pasó de 33.000 toneladas/año, de media entre 1901 y
Pero de la misma forma que la burguesía chilena fue totalmente incapaz de llevar a cabo una reforma agraria, en el terreno de la industria y la minería se entregó de la forma más servil al imperialismo extranjero, a pesar de esa "edad de oro" del capitalismo chileno. Ya en los años de
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